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Aterrizando la cultura regenerativa – un peregrinaje personal (II)

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Terminé mi última entrada de este blog con una frase de Marcel Proust: “El varadero viaje hacia el descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en viendo el mundo con ojos nuevos.” Para mi esta frase resume lo que me sucedió durante los 18 meses en que viví en el Schumacher College y especialmente durante los primeros seis meses del Master en Ciencias Holísticas que hice allí. En unos pocos meses tuve  la oportunidad de aprender directamente y en diálogo dentro de un grupo muy pequeño con gente que ha influido en el pensamiento ecológico y holístico a nivel mundial. Éramos solo nueve estudiantes procedentes del Reino Unido, del EEUU, de Filipinas, Canadá, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Chile, y Alemania, con tres profesores residentes, el biólogo y matemático Prof. Brian Goodwin (co-fundador del Santa Fe Institute para Estudios de la Complejidad), el ecólogo Dr. Stephan Harding, y el filosofo catalán Dr. Jordi Pigem.

El curso académico empezó a finales de Agosto, pero llegámos a Totnes en Julio para buscar un piso compartido para mi compañera Alice. Yo viviría en una habitación en el Schumacher College para poder vivir todo lo que podía aprender allí, no solo de mis profesores sino también de mis compañeros del curso, de la gente que vienen a Schumacher College para los cursos de una o tres semanas, y para vivir en comunidad con todos los alumnos y staff residentes. Alice encontró un piso y un trabajo y nos veíamos cada fin de semana. El college está a 4 kilomentros de Totnes dentro del precioso Dartington Estate al lado del rió Dart.

El Schumacher College fue fundado hace veintitrés años por un grupo de educadores visionarios liderado por el editor de la revista Resurgence, Satish Kumar. Se llama así en reconocimiento a la obra de E. F. Schumacher un economista que después de vivir una temporada en Birmanía escribio el famoso libro Lo pequeño es hermoso – Economía como si la gente importara que sigue siendo un texto visionario que nos muestra un camino prometedor para crear una cultura regenerativa.

El Master en Ciencias Holísticas se fundó en 1999 en colaboración con el departamento de ‘Ciencias ambientales’ de la Universidad de Plymouth. La verdad es que la universidad no aporta mucho al programa aparte del aval oficial. Era el primero y sigue siendo el único master en ciencias holísticas al nivel mundial. ¿Qué quiere decir ciencias holísticas? Pues, es la exploración científica del fenómeno ‘el todo es más que la suma de sus partes’. El método ‘reduccionista’ – basado en metáforas del mecanicismo – intenta explicar como algo funciona a base de desmontar ‘un todo’ a sus partes (componentes), para después explicar cómo funcionan los componentes y a base de esto crear explicaciones de cómo funciona el todo. Ha sido y es un método útil, pero especialmente cuando tratamos con seres vivos, la vida misma, ecosistemas, organizaciones y dinámicas sociales u económicos es un método muy limitado.

Las ciencias holísticas no son opuesto a las ciencias reduccionistas, solo las ponen en un marco más amplio como una manera (limitada) de entender el mundo y proponen que también hay maneras de explicar el mundo desde dentro (como participante en la vida misma) reconociendo que el todo es más que la suma de sus partes. Dentro de la teoría de la complejidad existe un concepto clave para explicar las propiedades de un ‘todo’ (sistema complejo) que no son la simple suma de sus partes pero emergen de las relaciones y del flujo de información y energía dentro de este ‘todo’. Este concepto se llama emergencia y explica como se forman propiedades emergentes que no son predecibles ni controlables dentro de un sistema complejo.

Siempre recuerdo la definición más simple que Brian Goodwin nos ofreció para explicar que es un sistema complejo: cualquier sistema que tiene tres variables que interactúan. Lo sorprendente era que según esta definición la mayoría de las sistemas que podemos observar son complejos, desde una célula, un órgano, un individuo, una comunidad, cuidad o un ecosistema, todos son sistemas complejos. Por definición son impredecibles e incontrolables (fuera de un marco temporalmente y espacialmente muy limitado). Esto significa que la intención básica de las ciencias debe cambiar desde incrementar nuestra capacidad de predecir, controlar y manipular la naturaleza, hacia una intención de participación apropiada en los ciclos naturales que mantienen condiciones aptas para la vida en la Tierra. La cultura humana es un fenómeno emergente del proceso de la vida y de la naturaleza. Somos naturaleza, somos vida y deberíamos adaptarnos a las reglas básicas de su juego. Como dice Janine Benyus: “La vida crea condiciones que conducen a la vida.”

Si todo esto suena algo teórico y lejos de la historia de cómo el biólogo marino empezó su peregrinaje como aprendiz humilde de la naturaleza para entender mejor como se podría facilitar y catalizar la transición hacia una cultura sostenible y regenerativa, pues no lo es. Como he mencionado antes, el dualismo entre teoría y practica es un dualismo falso. Si nos fijamos solo en lo que parece práctico para encontrar soluciones inmediatas no nos damos cuenta que nos mantenemos encerrados en la visión del mundo que hemos absorbido por osmosis cultural y por nuestra educación. Esta visión, basada en el dualismo, no reconoce que la vida casi nunca es simplemente o blanco o negro, o bien o mal. Las calidades de la vida que experimentamos, en la mayoría de los casos, muestran matices en el espectro entre estos supuestos polos opuestos. Cada acto “práctico” está informado por mucha teoría si somos conscientes de ella o no, y cada pensamiento “teórico” puede reorientar nuestra práctica y transformar la manera en que vemos el mundo y en base a ello nuestros comportamientos.

Para mi el año y medio que viví en el Schumacher College fue un retiro espiritual y científico para ir al grano en la investigación de mi propia visión del mundo, mi manera de ver y de pensar, para llegar a un mejor entendimiento de nuestra cultura occidental y de las raíces de las diferentes crisis (ecológica, económica, social, cultural espiritual) que vemos al nuestro rededor.

Si sigues los cauces de las crisis ecológicas, sociales, y económicas llegarás a una sola fuente, la crisis de la conciencia.” – Fritjof Capra

Fritjof fue una de las personas inspiradoras que visitaron el ‘college’ durante mi estancia en 2002, y tuvimos la oportunidad de escucharle hablar del libro que escribía en esa época “Las conexiones ocultas” (Ed. Anagrama) “The Hidden Connections: A Science for Sustainable Living. Os recomiendo su lectura, es un resumen muy bien escrito que relaciona las teorías de las ciencias holísticas con la practica de vivir una vida sostenible y crear una cultura regenerativa. Algunos de vosotros/as quizás han tenido la oportunidad de conocer a Fritjof Capra y a Satish Kumar en Mallorca en las jornadas de “Tierra, Alma y Sociedad” organizadas por Guillem Ferrer y Poc-a-Poc. A través de la amistad entre Guillem y Satish hemos tenido la suerte en Mallorca de tener una experiencia tipo ‘Schumacher College” cada año en Octubre cuando la ‘Fundació Educacio per la Vida’ invita a las jornadas en Pollença.

Pero dejadme volver a mi relato de experiencias en el Schumacher College hace más de 12 años. A parte de aprender sobre la teoría de la complejidad, y su evolución a través de la teoría general de las sistemas y de la teoría de caos, también estudiamos la ‘ciencia del sistema Tierra’, la teoría Gaia con el propio James Lovelock, la ciencia de Goetheana con Margaret Colquhoun y Henri Bortoft (alumno de David Bohm y J.G. Bennett), el método de ‘investigación-acción-participativa’ con Peter Reason y cómo se pueden crear cambios de consciencia en organizaciones a través de conversaciones con Patricia Shaw. Todos estos mentores vinieron al Schumacher College durante una semana para compartir sus ideas y su pasión por la vida con nuestro grupo pequeño de estudiantes en el Master de Ciencias Holísticas.

Entre ellos, Henir Bortoft fue la persona que más me impresionó y ayudó a cambiar (ampliar) mi manera de ver y entender el mundo. Recuerdo que después de su visita tuve 24 horas de una migraña muy fuerte y sentí como mis neuronas se estaban reorganizando dentro de mi cerebro. Nos ayudó de manera experiencial a entender que el mundo que vemos no es el mundo que entra en nuestros ojos cuando los abrimos, pero nuestras ‘ideas organizativas’ escogen en qué nos enfocamos y qué parte de la realidad observamos. En si, la idea del observador ‘objetivo’ es imposible porque formamos parte de lo que estamos observando. La realidad no es algo objetivo fuera de nosotros, ni esta socialmente construida. Es más bien cómo los fenómenos ‘llegarán a ser’ (“coming into being”) en la relación entre una parte de un todo que esta eligiendo una perspectiva única de este todo. En esta relación ni el todo ni la parte son primarias, si no que se crean respectivamente en el acto de relacionarse. Este entendimiento de la realidad también se refleja en la ‘teoría de Santiago de la cognición’ de los biólogos Chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela.

Con Stephan Harding, autor del excelente libro “Terra Animada – Ciéncia, Intuïció i Gaia aprendimos de una manera divertida una mezcla de psicología de C.G. Jung, ecología profunda, y de la hipótesis de Gaia. Stephan nos enseñó una manera de sentirse como participante en los procesos de un planeta vivo en el cual la vida misma crea y mantiene las condiciones adecuadas para la evolución continuada de la vida. Recuerdo caminatas largas en Dartmoor y al lado del rio Dart con Stephan en las cuales meditamos, nos reímos, y aprendimos mucho sobre la ecología y la tierra de este cuenta-cuentos y científico excepcional.

Con Jordi Pigem aprendimos de la historia y la filosofía de las ciencias. Jordi es autor de libros muy lúcidos como ‘Buena Crisis – Hacia un mundo postmaterialista’ y “GPS – Valores para un mundo en transformación”. De este libro  he sacado extraído la siguiente imagen que relaciona muchas de los valores claves que necesitaremos para crear una cultura regenerativa.

Jordi Pigem, 2011

Jordi Pigem, 2011

Jordi Pigem, 2011

Además de esta abundancia de estimulación intelectual por parte de los profesores que vinieron al Schumacher College, también tuvimos la enorme suerte de hablar, interactuar, y aprender con muchos de los profesores de los cursos de una y tres semanas que también forman parte del programa del ‘college’. Entre ellos hubo gente como el físico Arthur Zajonc, el biólogo Rupert Sheldrake, la activista Helena Norberg-Hodge, el diseñador ecológico y biólogo John Todd, el economista Richard Douthwaite, el agrónomo Jules Pretty, el ecologista John Seed, el sociólogo Wolfgang Sachs, el filósofo y maestro Zen David Loy, el filósofo David Abram, el físico Chris Clarke, y expertos en sostenibilidad como Amory Lovins, Karl-Henrik Robèrt, Gunter Pauli, David Orr, y Hardin Tibbs. Cada lunes por la tarde teníamos una charla en la biblioteca del ‘college’ con Satish Kumar, cocinábamos juntos con él y estos profesores y vivimos ‘lo pequeño es hermoso’ en una comunidad pequeña de aprendices de la vida. Fue un tiempo mágico e inolvidable. En la próxima entrada os contare algo más sobre esta experiencia y cómo llegué a hacer un doctorado en diseño natural.

Aterrizando la cultura regenerativa – Un peregrinaje personal (I)

(Primera Parte: De biólogo marino a hippie idealista)

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